Centro Tierra es un grupo de investigación multidisciplinario de la Pontificia Universidad Católica del Perú que se dedica a la investigación, implementación y difusión de conocimientos relacionados con la arquitectura de tierra y el uso de materiales locales. En base a la investigación centrada en la tierra como principal material de construcción, el equipo se acerca a las culturas locales de Perú y el altiplano a través de la diversidad constructiva que les es propia. Al interior de este se diseñan propuestas de construcción sostenible enfocadas en el hábitat rural y el patrimonio cultural edificado, haciendo énfasis en su conservación, optimización y puesta en valor. A su vez, los resultados obtenidos de las investigaciones realizadas en torno al diseño bioclimático y sismorresistente, son puestos en práctica por medio de una serie de procesos participativos que entrelazan mediante el intercambio de conocimientos, el legado constructivo local con la innovación tecnológica gestada desde la academia.
El equipo docente y miembro de la Cátedra Unesco “Arquitectura de tierra, culturas constructivas y desarrollo sostenible” está compuesto por la arquitecta Sofía Rodríguez-Larraín, coordinadora y encargada de formación académica de Centro Tierra; el ingeniero Julio Vargas Neumann, docente de la Cátedra Unesco; las arquitectas Giusi Meli y Teresa Montoya, responsables del área de publicaciones; y la encargada del laboratorio de experimentación, la arquitecta Silvia Onnis. En la siguiente entrevista, sus miembros nos relatan la responsabilidad que enfrentan al integrar el trabajo y las técnicas ancestrales de las comunidades locales con las nuevas propuestas realizadas junto a los estudiantes, en un esfuerzo por difundir y mantener vivo el interés por la conservación sostenible y la arquitectura de tierra.
¿Qué les inspiró a hacer lo que hacen?
En el Perú, 35% de la población vive o trabaja en edificaciones antiguas o contemporáneas construidas con tierra. Las técnicas mayormente usadas son la mampostería de adobe o piedra con barro, tapial y quincha. A pesar de esta realidad, los estudios de arquitectura e ingeniería civil no contemplan un conocimiento de estas técnicas y los profesionales que formamos no están capacitados para atender a esta población. Esto incluye las zonas rurales y los centros históricos que carecen de intervenciones adecuadas para su desarrollo y su conservación.
En zonas rurales, la investigación nos llevó a constatar que la vivienda, en vez de mejorar con el mayor contacto con el mundo contemporáneo global, va perdiendo habitabilidad al alejarse de las tradiciones constructivas por ser vistas como signos de pobreza y regresión. En cuanto al reemplazo de la plancha de zinc (calamina) por el ichu como material para el techo, se perdió una gran capacidad de aislamiento térmico en las “cabañas” de pastoreo convirtiéndolas en espacios peligrosos para la salud de sus ocupantes.
La responsabilidad de esta falta de atención hacia las poblaciones rurales nos atañe directamente, por la falta de preparación de los profesionales de la construcción y el hábitat para proponer alternativas contemporáneas y sostenibles a las necesidades específicas.
¿Qué implica la construcción de los sistemas constructivos de vivienda bioclimática Altoandina? ¿Cuáles son los procesos y materiales necesarios para llevar a cabo este proceso?
Las zonas altoandinas del Perú se ubican por encima de los 3500 m s.n.m. y albergan una población de 4 millones de personas, entre zonas urbanas y rurales. Muchas ellas se ven expuestas a un clima extremo, caracterizado por fuertes oscilaciones térmicas y una alta radiación solar. En este contexto se hace necesario diseñar propuestas adaptadas a las particularidades de estos entornos, en base a investigaciones aplicadas y validadas por los usuarios. Las variables socio-culturales y técnicas del lugar darán las pautas para que las propuestas sean replicables y sostenibles en el tiempo, económicas, y posibles de poner en práctica mediante la autoconstrucción. Estas construcciones son además amigables con el ambiente y proporcionan una calidad del hábitat acorde con las necesidades locales actuales.
Cada lugar tiene sus particularidades, por lo que las propuestas deben iniciar con un levantamiento de información sobre los recursos con los que se cuenta para construir, tanto materiales como humanos. Existen muchos conocimientos vernáculos que se pueden usar en procesos contemporáneos combinados con innovaciones tecnológicas investigadas en al interior de la universidad.
En el caso de las propuestas para comunidades altoandinas de Puno, se trabajó con técnicas conocidas como la mampostería de adobe y de piedra con barro reforzadas con mallas de sogas, estas recibieron también un aislamiento térmico de planchas de totora tejida fabricadas por las mismas comunidades del lago Titicaca. El proceso de investigación y aplicación de las innovaciones, se realizó a modo de intercambio de conocimientos entre la población local y los investigadores. Este proceso dio lugar a una obra-taller en la que se llevó a cabo la construcción de una vivienda prototipo que serviría para el monitoreo social, térmico y constructivo de las innovaciones aplicadas.
¿Cuáles son los principales desafíos al trabajar con comunidades y materiales locales? ¿Cómo se enriquecen la arquitectura y la academia al establecer este tipo de vínculos?
Se necesita establecer buenas relaciones con la comunidad que colabora con la investigación y generar intercambio. La comunidad tiene que ganar algo que le interese, que aporte a su bienestar, y la investigación por su parte, tiene que dejar procesos abiertos que permitan la capacitación de grupos y la replicabilidad de las soluciones propuestas. Para conseguirlo, las propuestas deben integrar, desde su inicio, esas condiciones y estar alineadas con los proyectos de las comunidades.
Todos ganamos en la experiencia, pues se trata de un intercambio de saberes entre personas que, si bien podemos tener vidas muy diferentes, compartimos mucho a nivel humano, como la búsqueda del bien común.
¿Qué tipo de innovaciones han desarrollado al implementar estas propuestas? ¿Cómo se relacionan estas construcciones con el legado constructivo y cultural de la zona?
Durante el desarrollo del proyecto en la comunidad de Orduña (Lampa, Puno), se mejoraron algunas de las construcciones existentes, entre ellas una cabaña de alpaqueros situada a más de 4800 m s.n.m. y el local comunal del Club de Madres en el caserío. En estos talleres participativos, se validaron en campo los elementos constructivos mejorados de la propuesta; el muro sismorresistente y aislado térmicamente, el techo, y el piso construido por capas para proteger la vivienda del frío y de la humedad del terreno.
Cada elemento nace de la observación de la solución aplicada localmente, y se innova a partir de los conocimientos de la academia y de las buenas prácticas de construcción. De esta manera, el elemento propuesto siempre integra una mejora del desempeño estructural, sísmico y térmico.
El piso mejorado, por ejemplo, está compuesto por varias capas de materiales a km cero que cumplen con diferentes funciones; la capa antihumedad en piedra, la capa aislante en paja-barro, el aislamiento en lana de oveja, y el acabado en madera. Para este proyecto se investigó el uso de materiales aislantes disponibles localmente, como la lana, la totora y la tierra alivianada con paja, en los distintos elementos constructivos (muro, techo, piso, cerramientos).
Una vez definida y validada con la población, se diseñó de forma participativa un piloto de vivienda que implementaba dicha tecnología constructiva. Esto sumó el buen rendimiento de la tecnología del adobe mejorado y el uso de estrategias pasivas como la captación solar, masa térmica, aislamiento térmico de la envolvente y el control de las infiltraciones. Estas tecnologías permitieron lograr una temperatura interna constante superior a los 10ºC, cuando en las cabañas tradicionales se alcanzan temperaturas bajo cero durante la noche. El logro del proyecto fue demostrar que con un mayor cuidado de la construcción y el uso de simples estrategias bioclimáticas, se puede alcanzar una vivienda digna, confortable y segura contra el sismo.
¿Es posible desarrollar proyectos de bajo impacto ecológico y adecuarlos a los contextos urbanos? ¿Es esta metodología replicable?
Sí, es posible diseñar también intervenciones con bajo impacto y con materiales locales para ciudades y contextos urbanos como Lima. A la fecha estamos terminando el desarrollo de una investigación que propone un sistema constructivo en base a madera, fibra y tierra, con características sismorresistentes y ambientales muy interesantes. Este ofrece la posibilidad de prefabricación y autoconstrucción, adecuado para cualquier tipo de terreno y de bajo costo. El objetivo de este es que las propuestas innovadoras reemplacen la construcción con materiales muy contaminantes y poco asequibles, como el cemento y el acero, y permitan de esta manera que el usuario las utilice según el diseño que requiera.
No podemos seguir pensando que la solución de la vivienda de bajo costo va por la entrega de módulos de habitación que no involucran al usuario en su diseño ni en su construcción, dejando de lado una oportunidad de generar trabajo, capacitación técnica y satisfacción plena. Lima es una ciudad hecha por las constantes migraciones y las organizaciones barriales que reproducen la organización comunal, lo que facilita la elaboración de propuestas participativas.